10 de noviembre de 2024

Tres proyectos buscan solucionar problemas clave en México

La Fundación James Dyson reconoce a diseñadores e ingenieros en el país que atacan situaciones como el saneamiento del agua o contrarrestar la hambruna.

CIUDAD DE MÉXICO (Expansión) – Nidos para hormigas, dispositivos para tener agua potable en caso de un naufragio y soluciones para limpiar el agua de lluvia o subterránea para consumo son las tres ideas finalistas del Premio James Dyson a nivel México.

Año con año, la Fundación James Dyson –el brazo benéfico de la firma de tecnología Dyson–, convoca a estudiantes y graduados de 27 países a participar en un concurso cuya base es presentar la solución a un problema vital y en 2018, por primera ocasión, participan jóvenes en México.

Estos son los tres trabajos que fueron seleccionados como finalistas en el país.

SALVANDO A LOS PESCADORES 
El contacto de Marco Barba, diseñador industrial por la Anáhuac en Mérida, con pescadores de la zona de Las Coloradas en Yucatán lo llevó a diseñar un dispositivo que los ayudaría a destilar agua salada para poderla consumir en caso de naufragar.

“Me encontré con la necesidad de que los pescadores de esa zona no tienen recursos, no cuentan con tecnología suficiente, no tienen GPS, a veces ni siquiera cargan salvavidas, gasolina suficiente, sus lanchas son muy pequeñas y precarias y algunos de ellos se llegan a perder por lo mismo y por algunas tormentas (…) Con el pensamiento de las ollas exprés decidí crear un destilador de agua en donde se inyecta presión y después se filtra para poder tomar”, dice Barba, de 25 años, en la presentación de su proyecto.

El prototipo conocido como Bermuda convierte el agua de mar en agua potable al evaporarla con exposición solar e insertar presión para su destilación. Además, el dispositivo funciona como un flotador salvavidas.

El dispositivo puede albergar hasta 7 litros de agua salada, para poder generar entre 2 y 3 litros de agua que puedan beber los pescadores y tiene un tiempo de vida de hasta tres años. Este cuenta con una capa exterior negra semitransparente, una capa interna recubierta con aluminio y vinilo para ayudar a concentrar el calor y una capa intermedia en donde circula el aire que genera la presión y permite regular la temperatura.

Bermuda fue seleccionado como ganador nacional, por lo que será acreedor de 50,000 pesos para continuar con su proyecto y participará por el premio a nivel internacional. Barba asegura que lo que le resta a su prototipo es poderlo llevar a producción, además de un proceso de registro de patentes para ya poderlo distribuir.

POPULARIZAR EL CONSUMO DE INSECTOS 
Tomando como problemática central la falta de comida que habrá hacia 2050 de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), Karla Rosales y Mariana Cervantes Macías, egresadas de la carrera de diseño industrial de la UNAM, decidieron presentar Azcatl, un prototipo de nido artificial para aumentar la producción de escamoles.

Azcatl consiste en un nido prefabricado en 3D con materiales biodegradables (PLA de madera y madera reciclada) que permitiría inicialmente a las hormigas escamoleras, y luego a las otras cuatro clases de hormigas comestibles en México, reproducirse sin la necesidad de rehacer su hábitat constantemente. Según las diseñadoras, un nido puede tomar hasta un año en elaborarse, con lo que este proyecto permitiría aumentar su producción.

“Tomé un curso de cerámica en abril y conocí a una bióloga, Rocío López, y justo me contaba que ella estaba haciendo un proyecto que se llama jardines botánicos en Actopan, y cuando estaba haciendo estos jardines encontraron un nido de escamoles y me contó lo complejo que eran estos animales y le dije a Mariana que deberíamos investigar cómo funcionan y cómo es este mundo de insectos”, cuenta Karla sobre el inicio de su proyecto, el cual fue considerado como segundo lugar nacional por la Fundación James Dyson.

Ambas son vegetarianas por lo que consideran que el aumento del consumo de insectos es básico para solucionar el problema de falta de alimento hacia el futuro.

Las diseñadoras consideran pedir alguna beca a Conacyt o FONCA para continuar su investigación y llevar a pruebas su concepto, sin embargo, hacia futuro consideran que el objetivo principal para ellas sería popularizar el consumo de insectos, más allá de los escamoles, ya que aseguran existen 549 especies comestibles tan solo en México.

Ambas estudiaron diseño industrial en la UNAM, Karla Rosales actualmente elabora diseño de textiles con el diseñador mexicano Moisés Hernández, mientras que Mariana Cervantes Macías participa en un proyecto de topógrafo corneal –un dispositivo para realizar una prueba diagnóstica no invasiva para el análisis de la córnea-.

AGUA POTABLE PARA COMUNIDADES
Un equipo internacional cobijado por la ONG Caminos de Agua tiene como objetivo resolver dos problemas clave en la Cuenca de la Independencia en Guanajuato, un cuerpo de agua que abarca a siete municipios en el estado: aprovechar el agua de lluvia para consumo humano y limpiar el agua subterránea y superficial de químicos que generan enfermedades en la población de esta zona.

“Hoy puede ser que nuestra agua esté limpia, pero el año que viene puede ser una historia completamente diferente, de ahí surge la idea de encontrar un sistema para poder atender el estado del agua”, explica Álvaro Gutiérrez Berra, ingeniero industrial de la Universidad de Guanajuato.

De ahí surge la idea de Aguadapt, un filtro de agua potable que por menos de 30 dólares permite filtrar 99% de las impurezas del agua pluvial y que logró el tercer lugar nacional en el Premio James Dyson México.

Gutiérrez Berra explica que, aunque existen en el mercado otras soluciones de este tipo, estos desperdician cerca del 50% del agua que reciben en el proceso de saneamiento, mientras que Aguadapt recupera casi la totalidad del agua.

El desarrollo de este proyecto tomó alrededor de seis años de investigación y consiste por una parte en un cartucho de pasta cerámica mezclada con aserrín, el cual se quema para generar porosidad y se recubre con plata coloidal (agente antibacteriano) antes de ser distribuido. Una vez que ocurre esto, se pega en el fondo de un recipiente con silicón y cuando baja el agua por este recipiente comienza el proceso de filtración.

Hasta el momento han instalado más de 2,000 sistemas de filtración de agua de lluvia, cada uno con la posibilidad de producir hasta 27,000 litros de agua y un tiempo de vida de más de 4 años.

Sin embargo, el producto está por recibir una actualización derivada de los sismos del 19S.

“Después del terremoto recibimos un pedido de 600 filtros y en nuestro almacén solo teníamos unos 150, así que no podíamos producirlo, además el silicón toma 2 semanas en secarse así que no los pudimos llevar, eso nos motivó a diseñar un adaptador de plástico, al cual se le agrega un empaque de grado alimenticio y se puede pegar inmediatamente”, explica Aaron Krupp, coordinador del equipo de tecnología de Caminos de Agua.

Ese adaptador, que ha tomado un año de desarrollo, actualmente se encuentra en pruebas pero esperan presentarlo próximamente.

Según los análisis elaborados por la ONG, en la zona de la Cuenca de la Independencia el agua se encuentra contaminada por arsénico, flúor y otros agroquímicos, por lo que actualmente se encuentran investigando y desarrollando otros productos para sanearla. Algunos de ellos son un carbón de hueso de vaca y un carbón de madera de alta temperatura que se colocarían en otros filtros para retirar las sustancias nocivas.

Por ahora el proceso de elaboración de sus soluciones es artesanal, ya que cuentan con una persona elaborándolos y dos personas realizando las pruebas para asegurarse de que pasen los filtros de seguridad, por lo que diariamente pueden producir máximo 60 cartuchos de cerámica.

La organización cuenta con 14 empleados en Guanajuato, entre ellos Álvaro Gutiérrez Berra, ingeniero industrial de la Universidad de Guanajuato, Melissa Landman, ingeniera mecánica de la Universidad de Delaware en Estados Unidos, Stephan Calvet estudiante de quinto año de ingeniería química en la Universidad de Edimburgo en Escocia y Aaron Krupp, ingeniero civil y mecánico por el Oberlin College en Ohio y Caltech en California, quien coordina la investigación y desarrollo de estas tecnologías.

¿Qué sigue para los ganadores nacionales?

Los siguientes pasos del concurso consisten en la definición de los finalistas internacionales, que serán anunciados el 20 de septiembre, y la elección del ganador internacional, quien obtendrá 740,000 pesos para continuar desarrollando su idea.

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