«¡Al rico maduro con queso! ¡Está calentito, recién hecho!», grita un muchacho en Guayaquil, Ecuador, mientras suena de fondo una canción de salsa. Poco después, se escucha a un hombre pidiendo en la calle: «Sin ningún compromiso, por lo menos, regáleme la educación».
A pocos kilómetros, en Chimborazo, unas mujeres y unos niños cantan un villancico en una guardería: «Con mi burrito sabaneeeero voy camino de Belén. Si me ven, si me ven, voy camino de Belén», exclaman dando palmas.
En otro lugar y en otro continente, dentro de una tienda de segunda mano en Estocolmo, Suecia, alguien toca el piano. Su música parece acompañar los pasos de los transeúntes que caminan por la escena.
Y en Sourou, Burkina Faso, la música es de percusión. Hay una fiesta alrededor de una hoguera en la noche. El sonido es casi hipnótico.
Son solo algunos ejemplos de los miles de sonidos que puedes encontrar navegando por el mapa interactivo de Radio Aperee, un proyecto que comenzó en 2006 de la mano del artista alemán Udo Noll y que ha crecido enormemente a medida que han avanzado los años.
Y ahora, gracias a una enorme comunidad de artistas, fonógrafos y voluntarios que han aportado sus archivos a la web, cuenta con sonidos de todo el mundo.
Experimentando
Noll —el fundador, director y desarrollador de este proyecto— se propuso experimentar para «conectar sonido y espacio» y «crear una cartografía enfocada únicamente en el sonido y abierta al público como un proyecto colaborativo», explica en su sitio web.
La página contiene «miles de grabaciones de numerosos entornos urbanos, rurales y naturales, que muestran la complejidad sonora de esos lugares, y las diferentes percepciones y perspectivas artísticas».
«Además, es una excelente plataforma para experimentar con sonidos y medios móviles«, señala.
El artista también cuenta en un podcast que publicó en el blog de Radio Aporee que lleva investigando cuestiones relacionadas con el sonido y con lo virtual desde la década de 1990.
«Geografía afectiva»
Noll, quienes programador y cartógrafo, comenzó a trabajar en su idea cuando internet apenas estaba arrancando y con una motivación algo espiritual que él describe como «geografía afectiva» y que «va más allá del paisaje natural o de cemento que uno ve».
«Te conecta con tu percepción y tus recuerdos», explica.
Comenzó grabando sonidos de sus propios viajes y publicándolos sobre un mapa de código abierto en Google.
Hoy, es un mapa virtual colaborativo y global. En 2015 ya tenía cerca de 25.000 sonidos en su base de datos. Algunos apenas duran un minutos. Otros, una hora.
La plataforma cuenta con una aplicación gratuita (para Android y Apple) que permite no solo explorar las grabaciones de los contribuyentes, sino también participar en él aportando sonidos propios, algo que también puede hacerse desde la computadora.
Basta con añadir el lugar, darle un título a la grabación, contar algo sobre ella y explicar cuándo se hizo.
Pero hay algunas normas. Por ejemplo, las promociones y anuncios no están permitidos, así como las grabaciones de menos de un minuto. La calidad del sonido debe ser buena y no puedes grabar a otros sin su permiso ni publicar canciones protegidas por derechos de autor.
«Este proyecto no pretende que sustituyas tu realidad», advierte el artista. «La intención es intensificar y enriquecer la experiencia y percepción del mundo que te rodea… y escucharlo.
«Es como una radio diferente que te rodea, literalmente, mientras caminas. Y, si lo deseas, puedes disolver las fronteras entre escuchar y actuar».