La crisis migratoria en la frontera sur de México, específicamente en Tapachula, ha vuelto a ganar protagonismo en los últimos meses debido a un creciente número de migrantes que deciden unirse a caravanas en busca de mejores oportunidades en la frontera norte. Según Luis García Villagrán, coordinador del Centro de Dignificación Humana, esta tendencia ha cobrado fuerza nuevamente durante la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. El activista señala tres factores principales que empujan a los migrantes a tomar esta arriesgada decisión: miedo, inseguridad y falta de empleo.
Tapachula, ubicada en el estado de Chiapas, es uno de los principales puntos de entrada para migrantes provenientes de Centroamérica y otras regiones. Villagrán estima que actualmente hay un promedio de 45 mil migrantes varados en la ciudad. La situación se ha agravado debido a la incapacidad del sistema migratorio para ofrecer soluciones adecuadas, como las citas de CBP One (sistema de asilo estadounidense), que son insuficientes para atender la alta demanda. Estas citas, que permiten a los migrantes procesar su solicitud de asilo de manera segura y ordenada, han sido un factor de atracción, pero la limitada cantidad ha generado frustración entre quienes buscan una salida rápida de Tapachula.
La falta de empleo y de acceso a servicios básicos como educación y vivienda ha contribuido significativamente al descontento de los migrantes. A pesar de que el Instituto Nacional de Migración ha emitido tarjetas permanentes que legalizan la estancia de los extranjeros en la ciudad, la mayoría de ellos no desean quedarse en Tapachula. Su objetivo final es llegar a los Estados Unidos, donde esperan encontrar mejores condiciones de vida. Este fenómeno ha generado un flujo constante de caravanas, siendo la próxima programada para el 20 de este mes, lo que marcaría la tercera caravana en lo que va del mandato de Sheinbaum.
Villagrán se mostró cauteloso, aunque optimista, respecto a la reciente intervención del gobierno federal en la frontera sur para gestionar la crisis migratoria. Sin embargo, subrayó que mientras no se resuelvan las causas subyacentes que obligan a los migrantes a abandonar sus países de origen y mientras no se brinden soluciones integrales en la frontera sur, la migración continuará. En su mayoría, los migrantes no ven a Tapachula como un destino final, sino como un punto de tránsito hacia su meta en el norte.
La violencia e inseguridad que afectan a Tapachula también juegan un papel crucial en la reactivación de estas caravanas. Los migrantes expresan miedo ante la creciente criminalidad en la ciudad y la falta de protección adecuada. Esto, combinado con la desesperación de no encontrar empleo, empuja a muchos a caminar por días en condiciones extremas con la esperanza de encontrar una vida mejor más allá de la frontera mexicana.
Otro factor que Villagrán destacó es la tendencia cultural de los migrantes a movilizarse durante los últimos meses del año. Se espera que el fenómeno migratorio siga incrementándose, con oleadas más grandes de migrantes hacia finales de diciembre, lo que podría poner aún más presión sobre los recursos ya limitados de las autoridades mexicanas en la frontera sur.
Ante esta compleja realidad, el desafío no solo reside en la gestión de la migración en sí, sino en la búsqueda de soluciones sostenibles que aborden tanto las causas estructurales del desplazamiento como las condiciones que los migrantes enfrentan en su tránsito por México. Villagrán destacó que, aunque las autoridades federales recién asumieron el control de la situación, la falta de acceso a oportunidades económicas, educativas y sociales en la región sur sigue siendo un obstáculo insuperable para muchos migrantes que, sin otra alternativa viable, optan por seguir adelante, a pesar de los riesgos que ello implica.
(Con información de AquiNoticias)